"Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente. No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá, ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus sandalias. Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino. Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá los dientes, y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie se la quitará. Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz". (Isaías 5:26-30)


"Se agazapa, se echa como león, o como leona ¿quién se atreverá a despertarlo?" (Números 24:09)


"¡LEONES RIENTES tienen que venir!
Oh, huéspedes míos, vosotros hombres extraños, ¿no habéis oído nada aún de mis hijos? ¿Y de que se encuentran en camino hacia mí?
Mi sufrimiento y mi compasión, ¡qué importan! ¿Aspiro yo acaso a la felicidad? ¡Yo aspiro a mi obra!
¡Bien! El León ha llegado, mis Hijos están cerca, Zarathustra está ya maduro, mi hora ha llegado: Ésta es mi mañana, mi día comienza. ¡Asciende, pues, asciende tú, Gran Mediodía!
Así habló Zarathustra, y abandonó su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de oscuras montañas..." (Así habló Zarathustra / Friedrich Nietzsche)

"Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos." (Apocalipsis 5:5)


Rubén Darío y Argentina

Te abriste como una granada, como una ubre te henchiste, como una espiga te erguiste a toda raza congojada, a toda humanidad triste, a los errabundos y parias que bajo nubes contrarias van en busca del buen trabajo, del buen comer, del buen dormir, del techo para descansar. y ver a los niños reír, bajo el cual se sueña y bajo el cual se piensa morir. ¡Éxodos! ¡Éxodos! Rebaños de hombres, rebaños de gentes que teméis los días huraños, que tenéis sed sin hallar fuentes, y hambre sin el pan deseado, y amáis la labor que germina. Los éxodos os han salvado: ¡Hay en la tierra una Argentina! He aquí la región del Dorado, he aquí el paraíso terrestre, he aquí la ventura esperada, he aquí el Vellocino de Oro. he aquí Canaán la preñada, la Atlántida resucitada; he aquí los campos del Toro y del Becerro simbólicos; he aquí el existir que en sueños miraron los melancólicos, los clamorosos, los dolientes poetas y visionarios que en sus olimpos o calvarios amaron a todas las gentes. He aquí el gran Dios desconocido que todos los dioses abarca. Tiene su templo en el espacio; tiene su gazofilacio en la negra carne del mundo. Aquí está la mar que no amarga, aquí está el Sahara fecundo, aquí se confunde el tropel de los que a lo infinito tienden, y se edifica la Babel en donde todos se comprenden. Tú, el hombre de las estepas, sonámbulo de sufrimiento, nacido ilota y hambriento, al fuego del odio huido, hombre que estabas dormido bajo una tapa de plomo, hombre de las nieves del zar, mira al cielo azul, canta, piensa; mujik redento, escucha cómo en tu rancho, en la pampa inmensa, murmura alegre el samovar.


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