"Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente. No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá, ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus sandalias. Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino. Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá los dientes, y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie se la quitará. Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz". (Isaías 5:26-30)


"Se agazapa, se echa como león, o como leona ¿quién se atreverá a despertarlo?" (Números 24:09)


"¡LEONES RIENTES tienen que venir!
Oh, huéspedes míos, vosotros hombres extraños, ¿no habéis oído nada aún de mis hijos? ¿Y de que se encuentran en camino hacia mí?
Mi sufrimiento y mi compasión, ¡qué importan! ¿Aspiro yo acaso a la felicidad? ¡Yo aspiro a mi obra!
¡Bien! El León ha llegado, mis Hijos están cerca, Zarathustra está ya maduro, mi hora ha llegado: Ésta es mi mañana, mi día comienza. ¡Asciende, pues, asciende tú, Gran Mediodía!
Así habló Zarathustra, y abandonó su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de oscuras montañas..." (Así habló Zarathustra / Friedrich Nietzsche)

"Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos." (Apocalipsis 5:5)


"El último día" (relato Apocalíptico) "Anarima" / Benjamin Solari Parravicini.

Cuando el tiempo tiempo, no era tiempo - Cuando las mareas subían y bajaban sobre las costas extendidas - una hermosa mujer de rizos de soles, de ojos de ausencia - de boca de mundos con tez de tormentas y manos de aire - adivinando tierras desconocidas en las suyas, ocultas tras las olas, que llegaban a fallecer en sus playas, quiso animosa marchar en busca de ellas... y partió. Se alejó nadando sueños bajo las estrellas.

Nadie en el lugar se opuso a que saliera. Muchos eran los que sabían y predecían que detrás de la infinita línea que separaba las aguas de los cielos - existía una raza casi blanca - viviendo regiones cálidas y que allí un Dios piadoso aguardaba . Y cuenta la leyenda de la Nube Nube - que aquella hermosa mujer, pereció en los mares, y que, aletargada quedó por siglos dentro del profundo Océano - Mundo verde, de celajes azules y espumas blancas.

Ha de llegar un día - un Angel de Plata trayendo entre sus manos la red de los cabellos de nácar de la diosa Amor - exclamó el anciano de las tardes tardes - y entonces la hermosa mujer que fuera dueña de los cabellos de soles - de los ojos de malvas - de la boca de mundos, y de las manos de aire - será enredada y aprisionada en la trama de los nudos de encajes - y será así arrancada del reino verde - de los celajes azules y de las espumas blancas - regresando en triunfo, a la dorada playa - al amor perenne - en el infinito amor.